Las particularidades del fútbol brasileño hacen que de forma muy especial los niños sueñen con marcar goles en lugar de impedirlos. Con más razón si tenemos en cuenta que algunos de los nombres ligados a la leyenda negra del fútbol de dicho país se han colocado bajo los palos.
Barbosa fue el guardameta titular de la selección brasileña que disputó en su país el Mundial en 1950. Fue considerado, tras la derrota con Uruguay, el gran responsable del "fracaso". Brasil nunca había ganado un Mundial pero jugaba en su país y tenía un gran equipo. Fue un gran portero pero nunca se le reconocerá en su país.
Normalmente lo que se recuerda de Brasil son sus jugadores de campo, sin embargo la tricolor tuvo algunos jugadores importantes en la demarcación de portero. El excelente Gilmar, sin duda el mejor de la historia de Brasil, fue uno de los grandes guardamentas que se recuerdan en el fútbol. Fue campeón del mundo en 1958 y 1962. El mismo Manga, sucesor de Gilmar en la portería brasileña, alternó con los mejores del mundo en su momento. Leao o el estupendo Taffarell son otros ejemplos.
En ocasiones Brasil acudió, sin embargo, a campeonatos del mundo con porteros de más discreta consideración. Al de México, en 1970, con Félix que, a pesar del maravilloso campeonato conquistado, fue un jugador poco valorado. Al de España acudió el discretísimo Valdir Peres. Y en el segundo Mundial mexicano, en 1986, estuvo Carlos, "buen" portero aunque de personalidad "gris" no obstante.
En otras contó con jugadores en el mencionado puesto que defraudaron la confianza puestas en ellos, bien por lesiones -incluida la amputación de un dedo de una mano- como en el caso de Castilho, titular en el Mundial de Suiza y heredero del "malditismo" del puesto tras el "Maracanazo" de 1950. O de Dida que a pesar de levantar muchas expectativas se reveló como un portero no del todo regular.
En el momento actual Brasil cuenta con Julio César, considerado uno de los mejores del mundo. Como siempre desde que ganara su primer campeonato Brasil es una de las favoritas del inminente torneo. Julio César tiene, como hemos visto, importantes predecesores en el puesto. Unos tuvieron fortuna, otros no tanta. Alguno cayó en desgracia. Es la ley del fútbol.