domingo, 28 de diciembre de 2014

DiStéfano

Rematando como él sabía hacerlo
El pasado 7 de julio fallecía Alfredo DiStéfano, para muchos de los que le vieron jugar y otros tantos que no lo hicieron, el mejor futbolista de la historia del fútbol. ¿Qué puedo yo escribir de DiStéfano a estas alturas? Se ha escrito tanto acerca de este coloso que da la impresión de que todo lo que se escriba no añade nada o muy poco a lo ya vertido sobre su figura.

¿Cómo contar o decir acerca de él algo nuevo o no sabido? Datos, records, goles, equipos, títulos, informaciones etc...Está todo ahí en las hemeretocas para gozo y envidia de admiradores y adversarios. 

Sus partidos y sus éxitos fueron recogidos por una incipiente televisión y por el cine en mayor o menor medida. No había llegado aún la época en que la imagen de los hechos llegó a ser tan importante como el hecho en sí. Décadas después lo que no está recogido en imágenes -y en sus múltiples soportes- literalmente parece que no existe. Así, simplemente.

Su triunfo en dicha posteridad hubiera sido pleno. Ricardo Zamora, futbolista de una época anterior a DiStéfano, llegó a ser mundialmente famoso sin necesidad alguna de que su figura se viera potenciada por medio visual alguno. La Saeta Rubia -apodo del jugador hoy protagonista; una saeta es una especie de flecha- tampoco necesitó mucho de ello.

¿Cómo valorar a través de simples videos de jugadas antiguas y en blanco y negro básicamente a un jugador que con el '9' a la espalda se convertía en el mejor defensor de su equipo, que instantes después ordenaba a sus compañeros en medio campo para en pocos segundos pasar al ataque y marcar el gol deseado? 

Todo ello, con unas facultades físicas portentosas, claro está, sazonadas con una lucha y amor propio que sólo podían abatir las lesiones -tuvo muy pocas a lo largo de sus carrera- y con una facilidad increíble para estar siempre donde había que estar para triunfar.

Era un hombre de fe inquebrantable en la victoria. Parecía que nada podía con él. Corría más que nadie, mandaba, daba ejemplo, siempre práctico, efectivo, cuando había que jugar de salón lo hacía -siempre como recurso decía él-. Inteligente, con una calidad pocas veces vista, dominaba todas y cada una de las parcelas del juego. Hubo mejores jugadores que él en muchas facetas del mismo pero nadie como él reunió todas y cada una en un solo jugador.


Con la selección del resto del mundo
Valiente y decidido, honesto y pícaro al mismo tiempo, mantuvo siempre el aroma del fútbol de barrio y lo elevó a lo más alto por todos los campos del mundo. Futbolista sabio: "se juega como se es" decía, fue admirado por igual por compañeros y rivales. Hacía siempre lo necesario para que su equipo ganase.

Arrogante cuando había que serlo- a Fidel Uriarte del Athletic de Bilbao le espetó al conocer que iba a ser su marcador durante todo el partido: "pues entonces sígueme y aprende"- pero demostrando siempre una tremenda humildad. Generoso incluso con el adversario.

Imprevisible, con un disparo casi perfecto -jugó, formando el mejor dúo que en mi opinión existió, junto a Ferenc Puskas, cuya potencia y precisión de disparo al mismo tiempo no ha sido quizás superada- se hartó de golear las redes rivales rematando en cualquier posición posible.

Piensen en Alfredo DiStéfano cuando lo hagan en jugar bien, en el jugador perfecto. Cortar el balón del rival en el momento oportuno, armar el juego en el medio del campo y terminar rematando a las mallas en esa manisfestación de alegría que supone el gol. Todo ello realizado por un solo hombre. ¿Qué cámara existe capaz de recoger todo eso?


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